martes, 24 de septiembre de 2013

AHORA SI NO HAY NADA QUE HACER

En definitiva no puede haber un ambiente peor que el que se siente los lunes en la jornada de la tarde en el NUSEFA; además de las jornadas de calor insoportable, no hay agua, el servicio de cafetería no es el mejor y los baños están en su peor momento; todo esto lleva al colegio a un estado de caos, porque además está PROHIBIDO jugar fútbol o voleibol en esta jornada ¿qué?

Nos encontrábamos “descansando” en nuestro tiempo de almuerzo (40 minutos), como siempre, algunos chicos de décimo empezaron a jugar voleibol, desestresarse un poco de lo que acaba de pasar y lo que  está por venir (claro está que a nadie le gusta estar en clase con un par de muchachos olorosos y sudorosos) pero a nosotros tampoco nos gusta tener que estudiar  muchas horas y mucho menos no poder almorzar como quisiéramos,  y eso es al parecer lo que los profesores no entienden, muchas veces pretenden que tengamos la mejor actitud, la mejor disposición, que nos dispongamos únicamente a estudiar, pero,  satanizan el hecho de jugar en la tarde y aunque las condiciones del medio lo impidan, siempre buscaremos la forma de salir del aburrimiento y el estrés propios de esta época.

Niñas enfermas sin un baño, sin una aromática, sin una pastilla; niños con dolor de cabeza, sofocados, cansados; el calor impide el normal desempeño y  no hay habilitado ningún salón con ventilación adecuada para soportar jornadas tan agotadoras; estamos en uno de los sectores más calientes del municipio, y nosotros, que estamos “recontramega certificados” por el ICONTEC no tenemos donde sentirnos frescos.

Esa es la otra,  hasta yo hice parte de la parafernalia de bienvenida a este personaje, el salvador, el consentido. Aun no sé el resultado de la visita, pero creo que la calidad no incluye el hecho de que los estudiantes conozcan la situación de su institución.


Para mí, el concepto de calidad del NUSEFA es diferente del que se conoce en el común; somos uno de los mejores colegios del municipio pero ¿Por qué? ¿En realidad merecemos tal título? ¿Somos realmente calificados? ¿Somos estudiantes con calidad? …. En fin, esta es una situación en la cual,   aunque pongamos todas las cartas sobre la mesa, todas las pruebas en las narices y todos los argumentos a flote, nunca saldremos ni vencedores ni bien librados.

lunes, 16 de septiembre de 2013

LA OPOSICIÓN

Y es así como uno de mis tantos intentos por no escribir algo medio malo, relacionado con cualquier parte del colegio falló; hoy hablaré de una de las peores experiencias de todo mi bachillerato, puede que sea un poco dramática, pero puede también llegar a convertirse en realidad, aunque a fin de cuentas fue el ejemplo más claro de una de las tantas frases o dichos que dice la gente “antes que nada, uno debe ser persona”.

No es por nada, pero hace unos días me enteré de que el colegio tiene una frase, “educación humanista” o algo así por el estilo, ustedes me entienden: educación humanística, calidad, ICONTEC, no es necesario conocer el colegio, máscara… en fin. El caso es que ni algunos profesores sabían de la existencia de tal frase, que por cierto tiene un significado gigantesco, y más que eso, utópico: ¿Cuándo podremos realmente hablar de formación humanista en el NUSEFA? Me explico, hay robots más humanos que algunos de la comunidad educativa que reciben sueldo de la Policía Nacional.

Hay una serie de grandes incoherencias en lo que respecta a la educación aparentemente integral que pretende ofrecer el NUSEFA; cuando hablamos de formación integral podemos intuir un desarrollo en todos aquellos sentidos aparentemente posibles de un joven en edad escolar, tal como mencionaba en mi discurso hipócrita de bienvenida a la revista de ICONTEC; (me disculpo por la cruda sinceridad pero es la realidad, a veces, o casi siempre, cada uno de nosotros está obligado a ponerse la máscara, esa máscara del colegio) este tipo de desarrollo no significa únicamente dar un espacio a los estudiantes para practicar deportes, es decir,  también hay quienes bailan, escriben, cantan, están incursionando en la política o hacen algún tipo de voluntariado; acciones, en algunos casos, muchísimo más enriquecedoras que dos horas semanales de microfútbol y que desafortunadamente quedan opacadas  por los dos o tres de siempre.

Si uno representa el colegio, lo único que medianamente espera como recompensa no es precisamente el reconocimiento, es algo de colaboración, ojo, no es mendigar notas, es dar oportunidades ajustadas a la medida de las necesidades del estudiante y los requerimientos del docente, algo previamente consensuado; pero claro, como pasamos completamente desapercibidos, ese tipo de privilegio se vuelcan únicamente a los deportistas ¿y los académicos, artistas y demás qué? Un caso plenamente claro y particular es el mío, no menciono otro porque no conozco uno con menos colaboración. Soy la presidenta del Consejo Municipal de Juventudes, hay que ser algo técnicos en este sentido, la ley 1622 del 29 de abril del presente año, por la cual se expide el nuevo Estatuto de Ciudadanía Juvenil en Colombia, especifica las tareas del Presidente del Consejo, casi por ley debía presentarme en San Juan de la China con motivos del cierre de la Semana de la Juventud, que a propósito también viene estipulada en dicha ley, por tal motivo no asistí a clases el día viernes 6 de septiembre; unos días después, más específicamente el 12 del mismo mes representaba al colegio, junto a mi compañera Danna Ruiz, en el VII Foro de Filosofía del colegio Champagnat; por lo que tampoco estuve en la Institución ese día, lo que me impidió presentar dos evaluaciones de “salvación” en dos de las asignaturas más difíciles del colegio; para completar, las excusas no fueron muy valederas, aun cuando una iba firmada por un Asesor de la Alcaldía Municipal y la otra tenía autorización directa de la Institución Educativa.

Mi desenvolvimiento durante el periodo daba para no perder ninguna de las dos asignaturas sin presentar las dichosas “salvaciones”, pero dejó mi promedio por el piso, igual que las esperanzas de mis padres por mi promedio en este periodo;  lo que no concibo es este problemita de notas; mi esfuerzo no es válido en ningún sentido cuando no puedo ser partícipe de las oportunidades “del montón” y termino con peor nota que aquellos, muy bien conocidos por no hacer nada, capar clase y demás mientras yo represento al colegio en otros espacios.
Mi consejo entonces podría llegar a ser: “tenga miedo absoluto si lo envían a representar el colegio y usted no es deportista” ¿da tristeza verdad? Esto más que una queja, es un precedente, y en definitiva no se va a quedar así; hay una estrecha, casi transparente línea que diferencia el respeto del miedo, distinción apenas perceptible a los ojos de algunos, robots por supuesto, debe ser por su condición tal vez; pero en estos asuntos el estudiante no siempre puede ser “el bobo”.

La distinción de género para poner notas es discriminación, que vaina tan grave, no sé, creo que hoy me siento como de “la oposición” pero es que con estos ejemplares ¡cómo no! Solo espero sabiduría para exigir, paciencia para soportar procesos lentos y mamertos y resistencia para no dejarme llevar ni por los sentimientos ni por la posible venganza… que miedo.



DALILA ANDREA HENAO



domingo, 1 de septiembre de 2013

CONSTRUYENDO PROTOTIPOS

A quien le vamos a mentir, nosotros, los estudiantes que casi siempre obedecimos las reglas, a los docentes, a nuestros padres y a casi cualquier persona mayor, estamos en definitiva adoctrinados; llevaba algún tiempo sin reflexionar acerca de esas pequeñas cosas que tal vez hacen que nuestro colegio (que no es ni privado ni público) se diferencie de los demás ¿o tal vez no?

El otro día tenía una reunión importante, me alisté lo mejor que pude y pinté mis uñas de un bello color rojo, pensé de inmediato en los problemas que tendría al día siguiente:  esos reclamos ilógicos de la academia por los accesorios, el cabello y el color de las uñas; en realidad no encuentro diferencia alguna entre un esmalte claro y uno oscuro, son esmaltes, y si interfirieran en el proceso de aprendizaje, el color sería lo menos indispensable, y de uniformidad ni hablar, puedo pintarme las uñas en tonos claros en más de mil formas, del mismo modo podemos hablar cuando nos  referirnos al cabello, además, esos conceptos de uniformidad son medio arcaicos, no encuentro razón alguna para querer estandarizar todo, con el uniforme (camisa, jardinera, medias, zapatos, saco, pantalón… etc) basta.

No hay forma humana de llevar viviendo casi toda la vida con miedo a ser regañado, anotado, citado, y los mil y un castigos que existen por “portar mal el uniforme”  y no sentirse extraño, y hasta mal, por hacerlo el último año del bachillerato; hay algo medio automático que sucede cuando tienes las uñas pintadas o el cabello largo, ves al coordinador pasar y tratas de disimular si está cerca o esconderte, si hay chance, solo para evitar cualquier castigo; puede que nadie lo haya notado, pero el peso en la conciencia o “el lavado de cerebro” como prefiero llamarlo, es tal que uno llega afanado a casa a quitarse el esmalte o mandarse a cortar el cabello.

Es increíble e inevitable, que paradigma tan feo, ésa es precisamente una de las formas de estandarizar la población que, perdonen la expresión, nos tiene jodidos; el libre desarrollo y la imaginación tiene las alas amarradas, o mochas, y todas, casi sin excepción, son del mismo color, por eso, en parte,  no podemos ser emprendedores y tenemos miedo de arriesgarnos a tomar rumbos distintos que nos llenen más y nos hagan más exitosos, estamos acostumbrados a seguir normas, y no seguirlas o modificarlas un poco solo nos acarreará problemas.

De muchas formas la escuela construye y destruye, el problema radica en que construye prototipos y destruye diversidad, alejándonos así de millones de oportunidades en un mundo desarrollado que rodea a este país tercermundista, estas reflexiones profundas, basadas en hechos tan básicos, no son más que deseos de progreso y cambio, nunca son ideas malintencionadas, solo son pensamientos de una alumna crítica del sistema.



DALILA ANDREA HENAO