domingo, 1 de septiembre de 2013

CONSTRUYENDO PROTOTIPOS

A quien le vamos a mentir, nosotros, los estudiantes que casi siempre obedecimos las reglas, a los docentes, a nuestros padres y a casi cualquier persona mayor, estamos en definitiva adoctrinados; llevaba algún tiempo sin reflexionar acerca de esas pequeñas cosas que tal vez hacen que nuestro colegio (que no es ni privado ni público) se diferencie de los demás ¿o tal vez no?

El otro día tenía una reunión importante, me alisté lo mejor que pude y pinté mis uñas de un bello color rojo, pensé de inmediato en los problemas que tendría al día siguiente:  esos reclamos ilógicos de la academia por los accesorios, el cabello y el color de las uñas; en realidad no encuentro diferencia alguna entre un esmalte claro y uno oscuro, son esmaltes, y si interfirieran en el proceso de aprendizaje, el color sería lo menos indispensable, y de uniformidad ni hablar, puedo pintarme las uñas en tonos claros en más de mil formas, del mismo modo podemos hablar cuando nos  referirnos al cabello, además, esos conceptos de uniformidad son medio arcaicos, no encuentro razón alguna para querer estandarizar todo, con el uniforme (camisa, jardinera, medias, zapatos, saco, pantalón… etc) basta.

No hay forma humana de llevar viviendo casi toda la vida con miedo a ser regañado, anotado, citado, y los mil y un castigos que existen por “portar mal el uniforme”  y no sentirse extraño, y hasta mal, por hacerlo el último año del bachillerato; hay algo medio automático que sucede cuando tienes las uñas pintadas o el cabello largo, ves al coordinador pasar y tratas de disimular si está cerca o esconderte, si hay chance, solo para evitar cualquier castigo; puede que nadie lo haya notado, pero el peso en la conciencia o “el lavado de cerebro” como prefiero llamarlo, es tal que uno llega afanado a casa a quitarse el esmalte o mandarse a cortar el cabello.

Es increíble e inevitable, que paradigma tan feo, ésa es precisamente una de las formas de estandarizar la población que, perdonen la expresión, nos tiene jodidos; el libre desarrollo y la imaginación tiene las alas amarradas, o mochas, y todas, casi sin excepción, son del mismo color, por eso, en parte,  no podemos ser emprendedores y tenemos miedo de arriesgarnos a tomar rumbos distintos que nos llenen más y nos hagan más exitosos, estamos acostumbrados a seguir normas, y no seguirlas o modificarlas un poco solo nos acarreará problemas.

De muchas formas la escuela construye y destruye, el problema radica en que construye prototipos y destruye diversidad, alejándonos así de millones de oportunidades en un mundo desarrollado que rodea a este país tercermundista, estas reflexiones profundas, basadas en hechos tan básicos, no son más que deseos de progreso y cambio, nunca son ideas malintencionadas, solo son pensamientos de una alumna crítica del sistema.



DALILA ANDREA HENAO




No hay comentarios:

Publicar un comentario