lunes, 5 de agosto de 2013

LAS DOS UTOPÍAS

Quisiera recordar hoy mi grado noveno, PLJ (Programa de Liderazgo Juvenil), diplomado ofrecido por la Universidad de Ibagué del cual participé junto a mi compañera Danna Ruiz, directora de este periódico, capacitación en la que debíamos desarrollar un proyecto en pro de la institución en ese entonces decidimos apostarle al sentido de pertenencia… no conozco otro estudiante de mi colegio que hable mejor del mismo que ella, Danna, es espectacular, y aunque no en la misma proporción, siempre hablo de los excelentes bachilleres que gradúa el NUSEFA.

En ese entonces teníamos dos utopías, ahora siguen siéndolo y sé que Danna piensa igual, la primera: quisiera escuchar alguna vez a los Nusefistas sintiendo el orgullo que es notorio, o que en algún momento lo fue, en una de las instituciones educativas oficiales más antiguas de Ibagué, que un eufórico locutor de alguna emisora, en esos famosos conciertos escolares grite: “!donde está el NUSEFA!” y el ruido sea tan estridente que los que no comparten el sentimiento queden aturdidos, que le pregunten a cualquiera “¿en dónde estudias? “ y responda con orgullo “en el mejor colegio de Ibagué” no importa si suena altivo, no importa en realidad, el amor por nuestro colegio debería sentirse en el ambiente.

El proyecto lo iniciamos con campañas como “tu cómo ves tu colegio” o “qué es lo que más te gusta de tu colegio” todo mediante actividades experienciales (en ese momento no sabíamos exactamente qué tipo de pedagogía era), usábamos mucho el impacto visual y  aunque no lo crean, nuestras últimas campañas funcionaron: las carteleras estaban en buen estado después de meses solo con el papel seda decolorado por el sol, los chicos rayaban menos las paredes y hasta se sentía mejor el ambiente escolar, obvio no logramos los comentarios de arriba, pero algo era algo, la pregunta es: ¿Qué sucedió?

Creo que iniciando es importante resaltar que el NUSEFA ya no tiene color, si, somos el nuevo elefante blanco de la ciudad, hay que admitir que el amarillo quemado que había antes no era el más estético, pero en definitiva era mejor que ese blanco, neutro, triste, sucio, sin balbucear puedo decir que es el peor color para un colegio, ¿Dónde queda la espontaneidad de ser joven? ¿Enserio piensan que nos sentimos cómodos con eso?  Ya bastante tenemos con estar obligados a ver contabilidad, con extenuantes horas de clase en medio de unos 28°C como para llegar a un lugar, en el cual pasas más de la mitad de tu día, y sentirte en un sanatorio o en su defecto, una cárcel.

Lo anterior lo menciono porque sé la importancia de tener algo que nos represente, cada que llega ICONTEC el colegio cambia de color, no veo calidad en gastar mucho dinero para pintarlo dos veces al año; pero más que un color, creo que los mismos docentes, directivos y estudiantes por supuesto, se encargan de sub valorar los logros de los nusefistas; es decir, lo único que aparentemente hacen los del NUSEFA es  nadar, no hay escritores, no hay representantes, no hay ciclistas ni porristas, mucho menos músicos ni artistas; es aquí donde entra la utopía numero dos: que todos los logros, sean en el campo que sean, se reconozcan en toda la institución, sean noticia del colegio, rumor de pasillo como mínimo; no dudo cuando digo que en el NUSEFA mínimo mensualmente alguien logra algo, y se queda en el anonimato, o simplemente en los halagos de sus compañeros de clase. Soy una convencida de que el ejemplo arrastra, ver a otros sobresalir, inconscientemente estimula de algún modo, y si muchos se animan muchos representan ¡entraríamos a ser tan competitivos como cualquiera!, que gran sueño.

Antes de dejar el colegio (me quedan aproximadamente 4 meses) me gustaría conocer a ese alguien, precursor de ideas, amante del progreso, abierto a la crítica, nusefista de sepa, agente de cambio… me gustaría conocer al nuevo o nueva “Danna” que luche por hacer realidad las utopías, yo luché y lucho por mis sueños, ella por los de todos; este nuevo personaje, que por supuesto cambiará un poco la dinámica, será el encargado de continuar con la lucha, arreglar, cambiar o hacer lo que quiera con nuestro proceso, obvio con una única condición: solo se puede cambiar para mejorar.



DALILA ANDREA HENAO



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